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¡Ya viene Lola!

  • Cecilia
  • 21 oct 2017
  • 5 Min. de lectura

¡Hola a tod@s! Ángela ya se presentó en uno de los anteriores post de una manera muy especial, haciéndonos partícipes del nacimiento de su hija Lola. Yo quería continuar un poco en la misma línea y presentarme relatando el nacimiento de Lola pero desde el punto de vista profesional, como matrona que las acompaño. Ya llevamos tiempo con la idea en la cabeza de hacer algo para ayudar y dar apoyo a las futuras madres, pero tenemos claro que compartir un acontecimiento tan especial juntas, nos unió y aporto una inyección de energía extra para poner en marcha nuestro plan.


Lo más habitual es que los relatos de parto sean escritos por las madres implicadas en el mismo, y es lo normal, son las protagonistas principales del mismo. Aún así creo que es interesante saber como las profesionales que los atienden viven y sienten esos momentos, cuales son los pensamientos que se pasean por sus mentes, como hacen para intentar que todo transcurra lo mejor posible respetando los deseos de la familia... Y es lo que voy a tratar de explicar, como se ven los partos desde el otro lado ;).

Desde el momento en que Ángela se quedo embarazada me pidió que fuese yo quién asistiese su parto. Es una sensación rara; por un lado te sientes halagada porque alguien deposite su confianza en ti, pero también sientes respeto, es un momento tan importante que no puedes fallar, hay que estar al 100%. Mi pensamiento siempre es el mismo, todo va a ir bien y si algo se tuerce me gustaría estar allí para ayudar en todo lo que haga falta, y es una manera de no sentir la responsabilidad sobre mis hombros. Ya es un privilegio atender el parto de cualquier mujer, estar en el momento en que se inicia una nueva vida...pero si encima es alguien con quién te unen lazos sentimentales es difícil explicar las intensas emociones que sientes( y no todas son buenas, desde alegría hasta miedo)


Comienza el parto

Ángela, como todas las futuras madres, se entregó por completo a su futuro bebé y se preparo de todas las maneras posibles, física y psicologicamente, digno de admiración. Y fue pasando el tiempo hasta que llegó la señalada fecha. Ella quería aguantar lo máximo posible en casa y a fe que lo hizo. Estuvo prácticamente día y medio de pródromos, con contracciones cada 10 minutos.Hicimos todo lo posible: cambios de posición, utilizar la pelota de parto, bañera, masajes en la espalda...para intentar ayudar a Ángela a aliviar su dolor... Para mi una de las cosas más importantes del proceso del parto es el acompañamiento justo en esta etapa. Las mujeres acuden muchas veces a los hospitales antes de tiempo por dudas no porque relamente lo necesiten. Por ello, la compañía, colaboración y apoyo de la pareja es fundamental. Y allí estaba Pablo para disfrutar a su lado de cada paso.

El tiempo iba pasando, el cansancio iba haciendo mella...y la exploración había cambiado muy poco en tanto tiempo, pero lo suficiente para poder considerar que estaba de parto. Entre todos decidimos que lo mejor era ir al hospital, eran muchas horas y no podíamos complicado predecir cuantas quedaban, el dolor se iba sintiendo más intenso... A nuestra llegada al hospital se puso la epidural y pudo descansar tras dos días muy intensos. Tenía bastantes contracciones pero el asunto no cambiaba. Tuvimos que empezar a utilizar métodos para ver si conseguíamos alguna modificación : cambio de posición, empleo de oxitocina….

Las horas pasaban, en torno 36 horas, pero los cambios en la exploración apenas eran perceptibles a pesar de utilizar todos los medios a nuestra disposición. Tampoco eremos capaces de encontrar causa que justificase ese estancamiento( bebé bien colocado, contracciones regulares, cambios de posición...) , de tal manera que no podíamos actuar sobre ella.Estábamos en un punto determinante, si no había cambios tendríamos que empezar a considerar una cesárea. Fue una situación frustrante para tod@s; Ángela dispuesta colaborar de cualquier manera, Pablo a su lado solicito a sus necesidades y yo empleando todas mis energías, ganas y conocimientos sin obtener ningún logro. Pero no era el momento de rendirse, había que seguir luchando hasta el final. La ginecóloga nos dió un plazo de dos horas. Continuamos haciendo todo lo que estaba en nuestra mano, cambio de posición sobre todo.

Cuando se cumplió el tiempo límite yo estaba hasta asustada y preocupada, no sabía que más hacer .¡¡¡Por favor, que haya cambiado!!! es en lo único que podía pensar. Sabía que ella se había preparado a conciencia y que deseaba parir, y yo no las tenía todas conmigo. Casi se me saltan las lágrimas y mi cara debió ser un poema cuando vi que en dos horas había conseguido lo que no había hecho en un día y medio, ESTABA COMPLETA. ¡Que felicidad más desbordante!

Lo mejor de todo es la explicación de Ángela del cambio experimentado. Dice que se paso las dos horas pensando en mantequilla que se fundía (su problemas más haya de la dilatación era que tenía el cuello del útero muy duro y por eso no conseguía dilatar) y allí estaba el resultado. Es verdad que le pusimos medicación para ayudarla pero ya lo habíamos hecho antes y no había pasado nada. Yo siempre había creído en el poder de la mente y aún más en el parto donde conectamos con nuestra parte más primitiva, pero eso fue la expresión máxima. Estoy convencida que gran parte del cambio se debió al pensamiento que se dirigió a si misma. La situación cambió drásticamente, ambos estaban pletóricos y llenos de energía. Se habían visto al borde del abismo y de repente sentir que tan solo estaban a un paso de lo deseado les impulso con una fuerza desbordante.

El momento del expulsivo

Llegó el momento de comenzar con los pujos. Pablo se convirtio en "una verdadera animadora"( nos planteamos contratarle como plantilla fija ;). Mira que Ángela es delgadita, pues empujando de manera controlada, sabiendo dirigir a su cuerpo consiguió parir a la hermosa Lola de casí 4 kg tras solo 40 minutos de pujo activo y sin apenas desgarro. Este es el momento más emotivo para los padres pero también para nosotras, las matronas: poder ver como la pareja después de un trabajo conjunto abraza con todo el amor del mundo a su bebé recién nacido. Todos los nervios y malos ratos se olvidan al abrazar a esa nueva vida.

Y de momento aquí dejamos la historia, con Lola entre los brazos de sus padres y la presente retirándose a descansar tras más de 48 horas de trabajo pero feliz al poder contemplar momentos como estos.


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